miércoles, 4 de julio de 2012

Soflamas, trampantojos y disensiones

            Antes de iniciar un análisis, por vago o somero que este pueda resultar, conviene detenerse a contemplar el paisaje y bosquejar los trazos más determinantes para el desarrollo del mismo. Sin honduras ni escrutinios minuciosos, pues no estamos para perpetrar sesudas tesis doctorales ni exhaustivos estudios sociológicos, bastará señalar para ello que la gravosa situación económica en que languidece el país, el paro abultadísimo y la profunda y creciente desafección de los españoles hacia las instituciones públicas se han amalgamado como en un batiburrillo hasta configurar el sustrato ideal para la revuelta y el socavamiento de la sociedad. No obstante, y aun siendo éstos aspectos decisivos para el deterioro de una comunidad, no sería suficiente sin el concurso de unos políticos envilecidos por intereses partidistas y la asunción, por parte de unos adeptos borregos o anestesiados, de los erráticos dictados que éstos regurgitan y que, invariablemente, terminan elevados a la categoría de verdades incuestionables o dogmas de una fe mundana.
            Lejos de estrujarse las meninges y así abundar en el discernimiento, son muchos los que se atiborran de soflamas y de consignas de baratillo, enarbolan banderas disolventes y se ufanan, con igual entrega y ardor, en la defensa de los suyos y el ataque a los contrarios. Sin ulteriores ni adicionales consideraciones, acometen ambas actitudes haciendo alarde de un asombroso sincretismo programático o de una preocupante visión tuerta o asimétrica pues, en tropel, acogen con entusiasmo todas y cada una de las acciones realizadas por los propios, y rechazan todas y cada una de las propuestas de los que entienden como opositores; y es este cerril comportamiento, precisamente, lo que nutre el campo de Agramante en el que los políticos siembran la cizaña que nos hemos de tragar.
            Ello lleva a un enconamiento de las posturas y a una evidente y cada vez más acusada disensión social, alimentados ambos por, entre otros: el deterioro de la educación, que aparece como oculto en la avalancha de títulos universitarios; la manipulación de la historia, empleada como arma arrojadiza y forja de mentalidades; y el arrumbamiento de los principios católicos que, se quiera asumir o no, dieron sustancia y fundamento constitutivo a la Europa en que vivimos.
            Y así como asimétrica es la visión de muchos, también lo es la respuesta de los distintos estratos en que, de forma harto espuria y ladina, se ha dividido la sociedad. Mientras la izquierda hace tremolar la enseña de la autoridad intelectual y se erige en firme defensor de unos derechos que tantas veces ultrajaron, la derecha, encorsetada por los baldones que le penden de la conciencia, hace gala de una vergonzante lenidad y desdeña la defensa de unos valores que debieran resultar irrenunciables, en la creencia, desde luego ridícula, de que tal ambigüedad le proveerá de ciertas simpatías o de unas cuantas sacas de votos.
            Y uno se harta ya de todo esto.
            Uno se harta de callarse, de permanecer como ausente, impávido ante los insultos y ante los denuestos, impertérrito ante los crudelísimos ataques de unos muchos que, en el colmo de la desfachatez, esgrimen una libertad de expresión que a otros niegan; y uno se harta de esbozar sonrisas displicentes o de estatuarse ante las pretericiones; de permanecer impasible ante las afrentas que unos cuantos desalmados, arguyendo la defensa de unos derechos artificiales y arbitrarios, perpetran contra aquello que le es sagrado; de ver cómo esta sociedad se va deshabitando del más elemental respeto, de ver cómo se va despojando de los principios y muda la moral por graciosas concesiones.
            Y es que ¿adónde queremos llegar? ¿Hemos de abundar en la disensión? ¿Hemos de hacernos eco de cada soflama y reflejar ese enfrentamiento al que nos quieren abocar? ¿Hemos de caer en cada trampantojo que se nos urde? ¿No es preferible soterrar los odios y sacar lustre al respeto?

No hay comentarios: